11.20.2012

Parábola del buen pastor II

...soy como esas Barbies que están siempre hasta el fondo de la caja de juguetes, con los brazos y piernas chuecos o arrancados, esperando a que un duende venga a componerlas; sería suficiente con empujarme suavecito, como desde lo alto de una resbaladilla. Y yo me iría de cabeza, bocabajo, con las palabras mágicas tatuadas en la frente: Las Violettas jamás se van al Cielo.

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