6.18.2013

Vicente Gallego - El himno





EL HIMNO


Hay un himno en la noche más oscura
que no todos consiguen entender;
pero no hay que entenderlo: el himno suena.
Hay un himno en el fuego, en el dolor;
sus diáfanas notas
se escuchan en el baile de los huesos,
en el pico del buitre y en las vigas
del hogar destruido.

Hay un canto sutil en lo terrible,
un salvaje concierto en la agonía,
un compás soberano absuelve el caos.
Hay un coro triunfal
que no apaga la muerte, porque siguen cantando
en él las voces secas de los muertos.

Hay un himno en la vida que es la vida.
No hace falta entenderlo: el himno suena
sin contar con nosotros, en el centro cumplido
del radiante destino de la carne.

Dichoso el que en su noche,
rodeado de frío y de tinieblas,
cierra con fe los ojos y es capaz de escucharlo.

(del libro Santa deriva)

6.15.2013

escribió Sergio Pitol en El arte de la fuga.

“Uno, me aventuro, es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas,”

6.14.2013

"Partir hacia ninguna parte... con tal que ninguna parte nos lleve a todos lados."

Monsiváis en la contraportada del libro El arte de la fuga (Sergio Pitol, 1996)

El arte de la fuga

"está escrito que las desdichas nunca llegan solas"

Sergio Pitol
El arte de la fuga

6.09.2013

Hay noches en que, juro, incendiaría el cielo con tal de tenerle cerca, con tal de poder sentir sus dedos en mis labios y susurrarle al oído cuánto le amo, cuánto le extraño…
— Malaci (Frida del alma mía)

6.03.2013

Eduardo Galeano

"Pasamos la noche en vela, bajo techos diferentes, en distintos barrios, escuchando llover la misma lluvia. Y descubrimos que no podíamos dormir separados"

La historia de Mikaella-Brunie Rasthropiv.

Ella era perfecta para mí, su simplicidad y espontáneos ataques de erótico amor complementaban exquisitamente con sus infinitas piernas, con su cabello perfectamente desaliñado y ni qué decir del calor que desprendía su mirada, ese calor que sofocaba los miedos y me llevaba al lado glorifico del infierno…