EL PROTAGONISTA: — Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?
EL LECTOR: —Hombre... ¿y por qué no? Pudo haber once mil vírgenes de la misma manera que hubo
doce apóstoles y diez mandamientos y siete plagas y cuatro evangelistas...
EL PROTAGONISTA: — Pchss... No es lo mismo. El mundo se repite de un modo inexorable. Fíjese usted en que apóstoles ha seguido habiendo, por ejemplo: Carlos Marx, Tolstoi, Giner de los Ríos... Evangelistas todavía nacen: Lenin y Gandhi, sin ir más lejos... Mandamientos se pronuncian a diario: ahí están las leyes de circulación de automóviles, continuamente renovadas... Y plagas, aún disfrutamos: los libros sobre Rusia, el cante flamenco. Pero... ¿vírgenes? Vírgenes ¡ay!, no queda ni una sola, amigo mío...
EL LECTOR: (Rebuscando entre sus amistades): —Una virgen... Una virgen... Una virgen...
EL PROTAGONISTA: — Y usted convendrá conmigo en que alguna virgen quedaría si hubiera habido alguna vez once mil...
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